miércoles, 31 de julio de 2013

Altar puertorriqueño: la imagen devocional…

Se dialoga con ella a través del rezo y se purifica el alma por las lágrimas.

Recuerdo de mis años de infancia, las vacaciones para visitar a mis abuelas y tías en Humacao. Familias muy devotas al “cristianismo” en general. Abuela Luisa, la mamá de mi padre, mantenía en la puerta de su ropero unas fotografías desteñidas por el tiempo, en blanco y negro de sus familiares ya fallecidos, recordatorios de bodas, escapularios de ángeles, santos y “vírgenes” y los famosos obituarios. Al lado de esta colección fantástica de recuerdos siempre tenía una velita prendida y un rosario. Aún escucho sus rezos nocturnos frente a estos y el brotar de unas lagrimas contenidas. Yo, niño, la apreciaba como algo mágico: las fotos, la plegaria, las lágrimas y la vela encendida.
Mi madre no tenía este rincón. Después de la muerte de mi padre en 1985, ella comenzó a crear en su coqueta, su estación mágica repitiendo la misma tradición pero ella lo adornaba y refrescaba con flores frescas de su jardín.
 
En el año 1987 visito en Caguas, a un lejano tío abuelo, y vuelvo a dar con la misma simbología, pero esta vez, separada, ubicada aparte. En el cuarto dormitorio en una tablilla de madera adosada a la pared. La vela estaba encendida y tenia incienso. Era una imagen merecedora de una pintura, con la luz amarillenta que penetraba por los espacios de la madera, el humo impregnado en la pared y los recortes de periódicos de sucesos gratos de la Isla. Esto me atrajo de sobremanera, y por fin le pregunto con voz entrecortada por respeto a su persona y por la visión que tenia al frente, ¿Qué significa para usted este espacio? El me responde, “es un pequeño altar a mis recuerdos y a mi familia. Es una manera de decir siempre están conmigo.”
Esto creó en mí una catarsis increíble: la imagen que se venera por los recuerdos, por el amor que hay detrás de cada foto, letra o devocionario. La memoria guarda recuerdos que se refuerzan con las imágenes en la fotografías. Se dialoga con ellas a través del rezo y se purifica el alma por las lágrimas.
De esta experiencia nace el Altar puertorriqueño. Mi mente evoca con exactitud cómo fue desarrollándose la idea de una nueva unidad de creación. Toda nueva preocupación estética del maestro dará como resultado una nueva unidad de creación artística. Al replantear mi propuesta a 20 estudiantes, tendré como resultados 20 soluciones diferentes.  Les comunico a los estudiantes mi preocupación artística, pero le añado, no quiero que su “altar” sea dedicado a la muerte y las tragedias, al contrario que sea un testimonio de vida, de alegría, de superación, de fantasías y deseos, por la patria, por su familia, por usted.  El  altar se puede dedicar a un santo, a un personaje relevante, a una persona importante, o un suceso transcendental para usted. El propósito es realizar una imagen tridimensionalmente luminosa, que sea “hermosa visualmente” y demuestre algo por lo que usted puede vivir o morir.  Este fue el reto lanzado a mis estudiantes de duodécimo grado en septiembre de 1987. Toda nueva unidad replantea soluciones diferentes, la parte conceptual es tan importante como la parte técnica de la obra.

Esta unidad se realizaría en medio mixto (una obra de arte  combinando distintos medios, técnicas, materiales y soportes). Debe  predominar la pintura o el dibujo, dependiendo de su especialidad. Se realizará dentro de una caja de madera, el tamaño mínimo de esta es 36” x 24” x 4”, con tapa de acrílico, para evitar que los espectadores alteren el contenido. El concepto era una vitrina que llevará iluminación en la parte superior interna de la caja. La imagen se realizará tridimensionalmente, por la colocación de las imágenes  y objetos y el uso de un mínimo de tres planos separados por una pulgada entre ellos. Es importante el uso personal de la perspectiva aérea y lineal. Pueden añadirles, “ready made” (Marcel Duchamp) o apropiación de objetos, fotografías, música, movimiento.
El factor de algo conocido que se recrea, no existe para los estudiantes. El altar puertorriqueño, como unidad de creación y el montaje de la obra no tenia parámetros de comparación con nada visto por ellos, no tenían un modelo a seguir, por ello se les da una libertad total de creación pero con estética.
El Altar puertorriqueño provoco diferentes reacciones, “Cuando el filósofo señala la Luna, el tonto se fija en el dedo.”  La minoría selecta enfilo sus cañones contra este,  al tildarlo de santería y brujería. La ignorancia aliada a las mentes carentes de creatividad y sensibilidad ven fantasmas donde solo habita la luz. Se entrevisto al maestro y los estudiantes, pero,…no encontraron causa,…ni maleficio.
En la exposición anual de estudiantes del 1988 se expone por primera vez este concepto, nunca realizado en Puerto Rico a ningún nivel educativo.
Resultado: Solicito un salón para exhibir esta unidad solamente, por la protección de las cajas-vitrinas, el tamaño de la obras, y el deseo de presentarlas como unidad nueva. Me dan un salón en el primer piso para la exhibición de la unidad únicamente. Se realizo un montaje escenográfico que el artista Antonio Martorell describió como: “una ambientación de vitrinas-retablos dirigida por el Maestro Gabriel Cruz rodea la mesa quirúrgica convertida en altar de comunicación barroco, donde fotos, copas rotas y objetos diversos se ofrecen a la mano como talismanes esperando dueño”. (La hora del  recreo, El Mundo, 29 de mayo de 1988).
Myrna Rodríguez, crítica de arte, al reseñar la Exposición Anual de Estudiantes de Arte de la Escuela Central, manifestó: “In my experience as collage profesor and art critic, I have seen better art works by youngster at this school. Many are better than those of collage art students. For example, professor Gabriel Cruz introduced this year an instructional unit “mixed media” by which advanced students worker in complex imagery combining drawing, painting and collage and assembling three-dimensional objects. The results have been extraordinary, with prizes granted for the best. In this special category of mixed media, called “Altar Puertorriqueño”, first prize went to Maristella Colón, second to José González, and Third to Wanda Maldonado. A special prize was given to José Enrique González for a life-size sculture against a wood easel, which has extraordinary dramatic effect.” (Santurce art students display surprising talent. The San Juan Start, 22 mayo, 1988).
 El próximo año, 1989, en la exposición anual de estudiantes se expone el Altar puertorriqueño con las piezas de las estudiantes de la clase graduanda. En el artículo  de Myrna Rodriguez, crítica de arte, señala: “Art events were performed at the opening Friday evening, April 14, including a baqiné (an infant’s funeral) and Taíno dance staged in Gabriel Cruz’s painting classroom, which was also set up as an exhibition gallery. On exhibit were a group of works called altar,” done in mixed media with a theme combining drawing, painting and found objects, even dead animals (like a rooster). Visitors were amazed at the varied display and the originality and technical rendering of these works, totally  different from  the art  most of them  are familiar  with”.   (Trove of talent at a public school, The San Juan Start, 23 abril, 1989).
El mejor resultado: La unidad Altar puertorriqueño apasiono a los estudiantes, se sentía en el ambiente su deseo de creatividad y disfrute por el medio mixto. El maestro los reto y los invito al ruedo. Los estudiantes aceptaron y el resultado fue GENIAL…
El resto es historia.

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